lunes, 7 de agosto de 2023

-50-

A veces me siento totalmente agotada. Y al parecer estoy reprimiendo tanto mi nerviosismo -para no empezar a gritar y lanzarme por la ventana- que me tiembla el párpado.

Hasta hoy (5 de agosto de 2023) me sentía muy cansada porque este año ha sido muy largo: primero murió mi abuela y se complicó todo en casa, después me rompí las tibias y ya no pude hacer más deporte, luego murió mi tía y fui incapaz de llorar... y hoy, tras casi dos meses he vuelto a llorar porque mi madre es incapaz de hablar conmigo si no es insultándome.

Es bastante lamentable darte cuenta de que has comenzado a llorar porque te has quebrado del todo (aunque se siente cierto alivio al ver que la transformación en un humanoide no ha concluido), pero que te han roto casi que por deporte. Me ha roto para romper su rutina. Y eso me duele y me quema.

Siento que todas las veces que me insulta de forma violenta debería tomar apuntes como cuando se apuntan cosas en el acta de las reuniones de vecinos.


Soy mala persona. La peor. Estamos Hitler y yo ahí, ahí en una constante pelea por ese puesto. En realidad se refiere a que si su padre la crió a correazos, yo estoy a la zaga porque también la maltrato. Aunque el maltrato sea no dejar que me peine, que me maquille con su pésimo gusto o que llene mi armario de ropa que no tengo intención de ir a ponerme jamás en mi vida. No dejo tampoco que elija mis temas de trabajo final de carrera o de máster, no dejo que elija a mis amigos, no dejo que lea mis conversaciones en las redes sociales, no le cuento de qué hablo con mis amigos, no le cuento si los padres de mis amigos son mileuristas o millonarios, si sus casas son más grandes que la nuestra o cada cuánto aspiran la alfombra del salón. Y, aunque parecen curiosidades relativamente razonables en un principio, es un monstruo que se alimenta de pequeños acontecimientos banales para luego echártelos en cara. Ya no tengo 12 años y ya no le doy de comer. Y se muere de hambre.

Dramatización de las propuestas estéticas de mi madre.

Por mi culpa la gente se deprime. Genero mal rollo alrededor y por eso no tengo amigos. Como aquella vez que decidí alejarme de todas mis amigas porque se habían dividido en dos grupos y habían entrado en una dinámica de hacer bullying a absolutamente todo bicho viviente. O aquella vez que me quedé sin mi grupo de amigos de toda la vida porque uno de ellos decidió abusar sexualmente de una chica y el resto decidió que aquello no era algo malo y que mejor corríamos un tupido velo. También creo que se refiere a aquella vez que hizo creer a uno de mis compañeros de piso que podíamos ser novios (yo ya tenía mi propio novio) y aquel chico comenzó a acosarme, a pasarse mi cepillo de dientes por los cojones (literalmente), a ducharse en mi baño para oler a mí y, como no le hacía caso, terminó echando lejía en mi ropa (ahora tengo unas toallas preciosas). O igual se refiere a aquella vez que quiso que me hiciera amiga a toda costa de una persona mayor adulta que pretendía manipularme a su antojo por el simple hecho de tener mucho dinero (y qué más quería mi madre); pero como no me dejé empezó a difamarme y terminó acosándome telefónicamente, lo cual me llevó a cambiar mi querido número de teléfono (mi amado 666), cosa que no impidió que mi madre se lo volviera a facilitar, y hasta que no arrastró a mi madre por el fango ninguna cesó en su empeño de controlar aquel aspecto de mi vida: lo que hacía en la universidad. Creo que también podría referirse a aquella vez que tuve que salir corriendo de una residencia universitaria porque el machista del director prefirió no depurar responsabilidades cuando le dije que un compañero había intentado violarme en el ascensor porque pensaba que había bebido de más: de hecho intentó bajarme los pantalones, manosearme y besarme en contra de mi voluntad, y había un vídeo pero casualmente se había borrado.
Creo que como deprimo a la gente a mi alrededor no tengo amigos. Es exactamente eso.

Se arrepiente de haberme adoptado. Le pesa tanto que no tiene problema en repetírmelo constantemente para que no se me olvide. Esto sí que es mi culpa porque, como ya he mencionado por aquí con anterioridad, mi madre se compró una muñeca barriguitas para peinarla y vestirla a su gusto, posarla y que se estuviera quieta, que se quedara estancada en el año y medio y no creciera jamás. Es única y exclusivamente mi culpa que ella se perdiera mis primeros 9 meses por haber nacido a más de diez mil kilómetros de distancia, por no haber sido abandonada en la puerta de su casa como un melón castellano, etc. También es mi culpa por haber sido precoz en todo: nací con dos dientes, así que se perdió mi primer diente; aprendí a decir que no y le jodí el chiringuito de manejarme como una muñeca; a los 12 años decidí que para que invitara ella a quien ella quisiera a mis cumpleaños mejor lo dejaba de celebrar, así que terminó muy pronto toda aquella orgía de regalos innecesarios; soy más inteligente que la media, así que también he tenido crisis existenciales antes que muchas personas (incluso que ella), lo que le molesta profundamente porque me creo que sé absolutamente todo de la vida (me asusta la vida porque no sé lo que me depara pero vale) y no le permite a ella maniobrar; resulté ser una persona demasiado independiente; me tatué y me perforé como una vulgar guachupina (oh, wait); no soy blanca así que tuvo que gastarse dinero en depilarme en contra de mi voluntad por todo el cuerpo, en vestirme de marca para lucirme como un trofeo, en desligarme de muchas cosas que yo traía de fábrica pero que afeaban lo que ella pretendía... 
Se podría haber ahorrado la kilometrada, tal cual me lo ha hecho saber.
Fiesta de quinceañera mexicana, dramatización.


Me paso el día de luto, soy Bernarda Alba. Y todos sabemos lo horrible que es vivir con Bernarda Alba. A no ser que me haya pasado yendo a terapia un par de años para poder hacer el luto que no pude hacer de pequeña porque, mi madre, experta en psicología por la Universidad de Michigan, decidió ignorar mi tristeza y mi ira cuando murió mi bisabuela (3-4 años), mi abuelo (6 años), mi tío en un evento traumático (7 años) y mi abuela tras una larga enfermedad degenerativa (8 años). Todos sabemos que los niños no tienen sentimientos y que, si reprimimos su tristeza, no necesitan hacer luto. Les decimos que dios se ha llevado -¿secuestrado?- a sus familiares queridos al cielo y ya está. Se acabaron las preguntas. Silencio. ¡A callar he dicho! ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!
Todos sabemos que lo mejor es criticar a nuestra hija sin preguntarle por qué le traumatiza tanto ver cómo muere su abuelo. Aunque sea adulta. Porque imagina que descubres que su abuelo estaba demenciado y volvió a ser un niño de 7 años y que en una sola tarde estrechó más lazos con tu hija que en todos los años previos en los que no supo cómo hacerlo. ¿Cómo va a afectar esta chorrada a tu hija? 
También es muy sano reírte de que a tu hija se le haya atascado el duelo de su tía (en el mismo año en el que se ha muerto su abuela, la que nunca la ha querido) porque se murió mientras estaban enfadadas, porque no pudo arreglarlo antes de que muriera, porque ha muerto prematuramente joven (como todos sus tíos por parte paterna) y porque lo único que tú haces es meter mierda de esta persona. Es muy sano decirle a tu hija cosas como "¿cómo te atreves a decir que tienes duelo si estabais enfadadas?".
Por no hablar de que no sólo te parece mal que tu hija no sepa cómo procesar la muerte de su abuelo, también no sabe cómo procesar la de su abuela porque era una víbora pero qué dirán los demás.

También soy una vaga y una inútil. Es agotador ser tantas cosas malas aunque seas una vaga. Es paradójico tener tanto tiempo para hacer el mal cuando supuestamente no me levanto de la cama. Creo que la compra llega sola a casa, que me han regalado las dos carreras que he hecho, también los másteres, los cursos... estoy siempre metida en la cama, pero también estoy siempre en la calle malgastando el tiempo. Mis estudios (2 carreras en 4 años (se suelen hacer en 5), 2 másteres en mi idioma, 1 máster en otro idioma, 5 cursos de especialización, 2 idiomas en nivel nativo, 2 en nivel básico, otros 2 que comprendo al leer - todo antes de cumplir los 30 años) no valen nada porque ella tiene una oposición. Y porque cualquiera hace un trabajo de fin de máster (al parecer todo el mundo ha hecho uno en un idioma extranjero). En realidad todos mis logros han venido a mí envueltos en papel de regalo, gratis. Yo no hice nada, sólo rellenar el apartado con mi nombre para que me los dieran. O igual es que yo tengo que entregar mis cosas dentro de un plazo porque no tengo director de curso al que ir a llorarle con excusas porque he entregado mi trabajo final días tarde porque creo que con mi excusa me dará más tiempo que a los demás, y encima me parecerá mal que me pongan un 5. Espera, esa no soy yo. 
Oh, the irony.



Soy una envidiosa. He perdido 10 kilos en un mes tras la muerte de mi tía y que mi madre obligue a toda mi familia a ponerse a dieta. Pero envidio que ella haya adelgazado 400 gramos o algo así porque le he dicho "¿adónde vas con ese pantalón?". Es evidente que tengo envidia de parecer un redondo de ternera, ojalá tener una hija a la que robarle los pantalones vaqueros. Ojalá haberle dicho "crédito o débito", igual así lo hubiera entendido mejor.
También envidio sus logros académicos (yo misma me examiné por ella de sus últimos logros de ofimática).
Y sobre su imagen no sólo está su peso: ¡se ha puesto unos morros que parece Belén Esteban recién inyectada! O Downatella Versace. Me da grima mirarle a la cara. Rehuyo su mera existencia porque me da mucho asco verle esas morcillas, esas uñas de gel de actriz porno que lleva, el ruido que hace al masticar con la boca abierta. Cada vez que se acerca me estremezco porque me da asco, me causa rechazo. 


Hoy (6 y 7 de agosto de 2023) ya no me siento cansada, sólo sonrío con ironía como una persona que se ve enjaulada e incapaz de escapar. Soy capaz de salir corriendo pero no tengo adónde. Cada día me recuerda que soy una muerta de hambre, que no tengo dónde caerme muerta. Cada día me recuerda que me va a echar de casa sin avisarme con una mano delante y otra detrás. Y si lloro es chantaje emocional. Pero si me amenaza, me insulta y me coacciona no es maltrato. 
Por eso me río, porque estoy cansada de hacer cajas con lo único que tengo: mis libros. Estoy terriblemente asustada, pero llorar no me va a hacer salir adelante. Estamos desquiciadas las dos por su culpa. Ya ni sueño con el mal para ella, simplemente me autolesiono cuando no puedo más. 

¿Cómo debería expresar al mundo todo esto? ¿Cómo puedo contener toda esta mierda dentro? ¿Me estoy emponzoñando? ¿Debería gritarle al mundo lo que pasa dentro de esa cárcel de pladur de los 80? 
He soñado tantas veces con demandar a quien le dio la idoneidad para adoptar... con recopilar todos los informes de psicólogos y psiquiatras por los que he tenido que pasar... de obligarle a consumir todas las pastillas que he tenido que tomar por su culpa...

No tengo ni 30 años y ya no soy capaz de ser feliz ni en la vida ni en mis sueños.