Recuerdo el día que me dieron las últimas notas de bachiller. Definitivas. Inamovibles.
Llovía. Era por la tarde. Mi padre me acompañó y esperó en el coche. Aparcó detrás de un contenedor de basura.
Entré. Mi apellido empieza por S. Esperé una larga cola hasta que llegó mi turno.
Mis notas eran tan buenas que la jefa de estudios y el director me felicitaron. Me abrazaron. No era algo que yo esperase y por eso no supe muy bien cómo reaccionar.
Al salir del instituto y meterme en el coche se las di a mi padre y me felicitó. Puede que no sea el ser más efusivo del mundo, pero estaba realmente orgulloso porque había trabajado mucho y él lo sabía. Fue entonces cuando le dije que para mi madre no iba a ser suficiente.
Llamamos por teléfono a mi madre. Preguntó qué tal. Bien, una media sobresaliente.
Literalmente podía no hacer nada en los exámenes de acceso a la universidad y entrar. Podía hacer poco y entraría en lo que deseaba. Podía hacer algo y rechazar dobles grados.
No fue suficiente.
Respondió con otra pregunta.
¿Por qué no ha sido matrícula de honor?
Le pedí perdón, colgué y rompí a llorar. Mi padre esperó pacientemente a que terminase y me dijo que igualmente él se sentía muy orgulloso de mi.
Saqué buenas notas. Como para entrar en Derecho y Políticas en una universidad prestigiosa a nivel nacional y poder postularme en modalidad bilingüe.
Ella simplemente manifestó su descontento por querer irme fuera. Por haber logrado una beca tan lejos. "Yo no creo que vayas a ser una buena abogada". Yo quería ser juez.
Años después mi madre tuvo una alumna con adaptación porque era guineana y no conocía bien el español.
Mi madre le ayudaba a preparar incluso la asignatura de inglés. Cosa que jamás hizo por mi.
Aquella chica sacó una media de 5 en bachiller. Mi madre no le preguntó por matrículas de honor. La llamó por teléfono y la felicitó efusivamente. Lo sé porque yo estaba sentada a su lado en el sofá.
Mi madre le ayudó a preparar las pruebas de acceso a la universidad y le dio todo su apoyo.
Aquella chica quería entrar en Derecho, una carrera que en aquel momento no tenía nota de corte.
Sacó un 6 en aquellas pruebas. Mi madre volvió a telefonear para felicitarla.
A día de hoy mi madre sigue estando orgullosa de los logros de esa chica.
A día de hoy mi madre sigue sin darse cuenta de que obviar mi existencia me está matando.
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