Por otro lado está su faceta controladora.
Durante mis primeros dos años intentó controlar hasta mi respiración, cosa que resulta absurda porque simplemente no se puede. En su lugar, se limitaba a despertarme cuando ella pensaba que yo no respiraba.
Con los años comenzó a controlar mis amistades.
Cuando eres pequeño simplemente sigues su consejo porque confías en tus palabras. Cuando cumples 15 años te niegas a seguir preceptos absurdos, clasistas e incluso racistas.
Fue entonces cuando comencé a salir de casa sin explicar adónde iba. O mintiendo.
El verano en que cumplí 16 años me lo dijo claramente: prefería que me pasara todo el verano sola en casa a que me juntara con mis amigas porque ella consideraba que eran personas problemáticas.
No hacer caso a esta advertencia supuso numerosos gritos. También que me cruzase la cara un par de veces, incluso en la calle. Una vez hasta me fugué de casa.
Definitivamente aquellos veranos fueron un constante ejercicio de autocontrol.
¿Cómo puedes negar a una persona salir con sus amigos porque no te parecen suficientemente adinerados?
Estaba completamente sola en el mundo. No existía whatsapp.
Me metí en una depresión.
Pasé sola mi primera depresión. Depresión de verano.
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