Durante varios años me acosaron en el colegio y me quedé completamente sola.
No hablaba en el colegio salvo si alguien me preguntaba y peregrinaba de aquí para allá sin un rumbo fijo durante los recreos.
Me gritaban insultos. Me pegaban en los baños. Me culpaban de cosas que yo no había causado e incluso desconocía.
Me acosaban mis compañeros y también los profesores.
Me humillaban.
Y ella todo lo que hizo fue mirar para otro lado.
Empecé a descuidar mis estudios.
Dormía y comía poco. Me salió una úlcera. Comencé a tener trastornos de alimentación.
Pintaban mis libros, mi ropa. Tiraban mis libros por la ventana o a la basura.
Negra. Vuelve a tu país en patera.
¿Cómo diablos pensaban que podía atravesar un océano en una lancha inflable?
Pasaron los años. Me recuperé.
Pero en más de una ocasión ella ha dicho que merecía todo aquel bullying que sufrí. Que sería por algo.
Cada vez que lo recuerdo me siento pequeña y frágil.
Siento que soy de cristal y que puede lanzarme contra la pared, hacerme añicos y después pisarlos.
Y aún así, podría llegar a pensar que lo merezco.
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