Todo esto siguen siendo preámbulos.
Había pensado en escribir en orden todo lo acontecido. Orden cronológico, evidentemente. Aunque no sabía si normal o inverso.
Luego deseché esa idea porque empecé a pensar en folios de tamaño A3, cartulinas y papel corrido llenos de apuntes. De cómo una cosa llevó a otra.
Y a veces pasa que mientras piensas en una cosa te acuerdas de otras, se desordena todo y demás.
Tengo recuerdos muy poco nítidos de mi infancia, de discusiones de mis padres en las que yo me sentaba a llorar en una esquina mientras ella le chillaba. O épocas en las que cuando buscaba atención de mi madre simplemente se limitaba a estar ausente.
Mientras iba creciendo, esos recuerdos van tomando formas cada vez más feas, son más rudos. Y empiezo a ver sus celos cerniéndose sobre mi yo de 10 años.
Mientras enumero todo esto me vienen a la cabeza recuerdos concretos, evidentemente. Recuerdos con color. Imágenes donde yo simplemente me limito a observar desde arriba y me veo, nos veo. Y cuando no queda más recuerdo simplemente dejo de mirar. La película ha terminado.
También pensé en hacer entradas según recuerdos con objetos o hechos que me marcaran: con cuchillos, ella escupiendo llena de ira, ella gritando mientras mi padre buscaba trankimazines, ella llamándome puta, ella culpándome de todos los males del mundo.
Abrir esta herida y meter el dedo definitivamente no es fácil.
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