Creo que nunca me he sentido escuchada y que toda mi vida ha sido aprender a base de caerme al suelo. Hay cosas de mi propia existencia, inherentes a mi, que siempre han estado ahí, que normalmente deberían explicarte desde pequeño. Como si fueran un libro de instrucciones introductorio para la vida adulta y que más o menos decidas que puedas hacer con esa basura de rasgo que te ha tocado: si lo aprovechas, si lo desprecias, si lo utilizas de manera mediocre, si lo camuflas, si lo compartes, etc. Puede ser cualquier rasgo: puedes ser introvertido, extrovertido, dominante, sumiso, soberbio y así hasta el infinito. Todo es matizable.
Pero nunca he sentido que nadie me haya dicho tienes estas o aquellas cualidades. Simplemente mi madre siempre ha señalado todos mis defectos y a tomar por el culo. La única cualidad que igual podía tener era mi inteligencia seguida de un enorme PERO. Pero eres una vaga, zángana, desganada, perezosa, holgazana, remolona, indolente, haragana, negligente.
Mis profesores tampoco nunca han destacado nada en mi. De hecho, si sacaba un 7 o un 8 me bajaban a un 6 y apuntaban debajo: aprende a esforzarte más. Me cago en las tetas de la Virgen para que el Niño mame mierda, que no te estoy pidiendo que me llames "puta fiera" ni que me hagas un pasillo y tires confeti según entro por la puerta, ni me beses los pies.
En el fondo siento que todo el mundo ha tirado del único don que tenía hacia abajo. Y si me diversificaba porque me gustaban muchas cosas es que no me centraba, vaya vergüenza, que no sepa qué me gusta (es evidente que no pueden gustarte varias cosas o no se te pueden dar varias cosas).
Podía destacar en dibujo técnico y en plástica, en biología, en idiomas varios, en física pero no en química, en literatura pero no en lengua, en historia, en historia del arte, en latín. Pero nunca ha sido suficiente. Hasta que no he mirado atrás hace poco no me he dado cuenta de todo el camino que he recorrido yo sola porque nunca nadie me ha regalado nada, porque si han podido me han puesto la zancadilla varias personas a la vez (incluyendo profesores siendo menor de edad e incluyendo a mi propia madre).
Pero conozco todos mis defectos y me pesan más. No me miro al espejo porque me ayuda a coexistir mejor con ellos. Se que soy relativamente paticorta, demasiado ancha de muslos, demasiado ancha de espaldas, que mi nariz está torcida, que mi nariz se fue aplastando debido a los partidos de rugby. También se que cada día me vuelvo más inflexible, más intratable, más solitaria, tan intransigente. Que de adolescente era la cosa más soberbia, más venenosa, porque no sabía pegar con los puños y sólo tenía la palabra. Y a día de hoy me sigue quedando el don de hacer llorar con las palabras si así lo deseo (tanto para bien como para mal).
Me miro y veo un monstruo.
Otras veces me miro y no me reconozco. Esa persona es una desconocida, pero resulta que soy yo.
Me encuentro mal conmigo misma porque a veces personas externas ven belleza en mi. Ven que mi nariz es bonita, que mis piernas son fuertes, que escribo relatos dignos de ganar un concurso, que mi moralidad recta está bien y yo no sé qué decir.
¿Acaso no soy suficientemente inteligente?
Es evidente que no. Porque cada día me lo recuerda. Que mi inteligencia de persona joven le recuerda a ella, pero que ella era muy estúpida, que me voy a comer muchas hostias.
Y luego habla de lo maravillosa que es, de lo inteligente que es, de lo lista que es.
Pero yo no veo nada de eso, ni una sombra apenas. Veo a una persona académicamente trabajadora y punto. Porque una persona inteligente creo que no trataría a su hija como si fuera basura que se encuentra por la calle. Y creo que cuando ella hace su propio autobalance ahora, llegando al ocaso de su vida laboral ve un abismo. No tiene amigos.
Sin embargo, siempre que puede me para para recordarme que ella se ve reflejada en mi. Que soy muy inteligente pero que ella más.
Y de verdad que me gustaría que esto parase para poder dejar de sentirme como una mierda.
Me está fagocitando.
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